Evolución y desarrollo primitivos: Ernst Haeckel (1 de 2)

Darwin mostró que los misteriosos parecidos entre embriones tenían todo el sentido si la vida evolucionaba por selección natural. Tras la publicación del Origen de las especies, muchos científicos hicieron la siguiente pregunta lógica: ¿era el desarrollo embrionario un registro de la auténtica historia evolutiva de su especie?

 Mouse embryo and tunicate notochords
Tanto los embriones de los vertebrados como las larvas de los tunicados tienen notocordas (en color azul en el ratón, una línea delgada oscura en los tunicados).
 

Al principio, las perspectivas eran prometedoras. Por ejemplo, algunos invertebrados conocidos como tunicados o ascidias desarrollan el mismo tipo de cordón rígido, llamado notocorda, que se forma en la espalda de los embriones de los vertebrados. En los verterados, la notocorda se transforma en los discos intervertebrales. Los investigadores supusieron que un animal parecido a una ascidia habría sido el antepasado de los vertebrados. (Estudios recientes de ADN muestran que las ascidias son, de hecho, los invertebrados conocidos emparentados más cercanamente con los vertebrados.)

Ernst Haeckel

La ontogenia recapitula la filogenia... ¿o no?
El estudio evolutivo de los embriones alcanzó su punto álgido a finales del s. XIX gracias, principalmente, al trabajo de un científico extraordinariamente dotado, aunque no del todo honrado, llamado Ernst Haeckel (izquierda). Haeckel era un defensor ardiente de Darwin, pero también adoptó la idea predarwiniana de que la vida iba dando lugar a una serie de formas cada vez más elevadas, y que los embriones de las formas más elevadas «recapitulaban» las inferiores. Haeckel creía que, con el paso del tiempo, la evolución añadía nuevas etapas para dar lugar a formas de vida nuevas. Así, el desarrollo embrionario era realmente un registro de la historia evolutiva. La forma unicelular correspondía a antepasados similares a una ameba, que finalmente se desarrollaba en una ascidia, un pez, etc. Haeckel, que era experto en empaquetar y promocionar sus ideas, acuñó tanto un nombre para el proceso — «ley biogenética»—, como un lema pegadizo: «La ontogenia recapitula la filogenia».

Haeckel estaba tan convencido de su ley biogenética que estaba dispuesto a modificar las pruebas para apoyarla. La verdad es que el desarrollo de los embriones no encaja en la progresión estricta que reivindicaba Haeckel. Por ejemplo, las extremidades de los equidnas se desarrollan mucho más tarde que en la mayoría del resto de los mamíferos, pero Haeckel omitió de forma engañosa en sus ilustraciones de embriones de equidnas los esbozos de extremidades en las etapas tempranas, a pesar de que ya entonces existen. En la época de Haeckel, algunos biólogos se dieron cuenta de su juego de manos, pero aún a pesar de ello la ley biogenética llegó a ser muy popular y las ilustraciones de Haeckel llegaron incluso a aparecer en los libros de texto de biología.

• Fotografía de embrión por cortesía del Edinburgh Mouse Atlas Project.
• Fotografía de larva de tunicado por cortesía de Richard Grosberg, UC Davis.
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