La selección natural: Charles Darwin y Alfred Russel Wallace (1 de 3)

Charles Darwin

La genialidad de Darwin (izquierda), la manera en la que volvió del revés toda la biología con la publicación del Origen de las especies en 1859, puede dar a veces la impresión errónea de que la teoría de la evolución surgió de su mente completamente formada y sin que hubiera ningún precedente en la historia científica. Pero, tal y como nos han mostrado los capítulos anteriores de esta historia, la materia prima de la teoría de Darwin se conocía desde hacía decenios. Los geólogos y los paleontólogos habían dado argumentos convincentes de que la vida existía en la Tierra desde hacía mucho tiempo, de que había cambiado con el paso del tiempo y de que muchas especies se habían extinguido. Al mismo tiempo, los embriólogos y otros naturalistas que estudiaban animales vivos a comienzos del siglo XIX habían descubierto, a veces sin darse cuenta, gran parte de las mejores pruebas de la teoría de Darwin.


Lee el libro de Darwin On the Origin of Species by Means of Natural Selection.


Ideas sobre la evolución anteriores a Darwin
Fue la genialidad de Darwin la que nos enseñó cómo todas estas pruebas apoyaban la evolución de las especies a partir de un antepasado común y ofreció un mecanismo plausible según el cual podría evolucionar la vida. Lamarck y otros habían promovido teorías evolutivas, pero dependían de especulaciones para explicar precisamente cómo cambiaba la vida. Típicamente, afirmaron que la evolución se guiaba por alguna tendencia a largo plazo. Por ejemplo, Larmarck pensaba que la vida se esforzaba, con el paso del tiempo, por pasar desde formas simples unicelulares hasta formas complejas más elevadas. Muchos biólogos alemanes se imaginaban que la vida evolucionaba de acuerdo a normas preestablecidas, de la misma manera que un embrión se desarrolla en el útero. Pero, a mediados del s. XIX, Darwin y el biólogo inglés Alfred Russel Wallace imaginaron de manera independiente una forma natural, incluso observable, en la que la vida podía cambiar: un proceso al que Darwin llamó selección natural.

La presión del crecimiento poblacional
Es interesante que tanto Darwin como Wallace se inspiraron en la economía. Un clérigo inglés llamado Thomas Malthus publicó, en 1797, un libro llamado Essay on the Principle of Population (Ensayo sobre el principio de la población), en el cual advertía a sus conciudadanos ingleses de que la mayoría de las políticas diseñadas para ayudar a los pobres estaban condenadas al fracaso debido a la presión implacable del crecimiento poblacional. Un país podía doblar fácilmente su población en unos pocos decenios, lo cual llevaría a la hambruna y la miseria para todos.

Cuando Darwin y Wallace leyeron a Malthus, se les ocurrió a ambos que los animales y las plantas también debían de estar experimentando esta misma presión poblacional. Debería llevar muy poco tiempo que el mundo estuviera cubierto hasta la rodilla de escarabajos o lombrices, pero no el mundo no está plagado de ellos, ni de ninguna otra especie, porque no pueden reproducirse en todo su potencial. Muchos de ellos mueren antes de convertirse en adultos. Son vulnerables a las sequías y a los inviernos fríos, y a otras agresiones ambientales, y su provisión de alimento como la de cualquier nación no es infinita. Los individuos deben competir, aunque sea de manera inconsciente, por la poca comida existente.

 Darwin's finches
Una visita a las Islas Galápagos en 1835 le sirvió a Darwin a formular sus ideas sobre la selección natural. Encontró que varias especies de pinzón estaban adaptadas a nichos ambientales diferentes. Los pinzones también se diferenciaban en la forma del pico, la fuente de alimento y la manera de capturar su alimento.
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