Fabricar fósiles
Una actividad muy frecuente con niños pequeños es hacer que fabriquen «fósiles» presionando conchas en arcilla o yeso de París. Aunque con esta actividad se muestra claramente coómo una roca puede contener moldes e impresiones, es posible que confunda a los niños sobre el proceso natural de formación de los fósiles. En la mayoría de los casos, los fósiles se forman cuando las conchas son cubiertas por sedimento que se endurece con el paso del tiempo. Este proceso es muy diferente de aplastar conchas entre dos pedazos de arcilla, por lo que se aconseja realizar esta actividad sólo con estudiantes más mayores que reconozcan la diferencia con los procesos naturales reales.
Diseñar un animal
Cuando pedimos a los estudiantes que diseñen un animal que encaje en un ecosistema, hecho de papel o de pinzas, es posible que estemos enviando el mensaje de que los seres vivos se diseñan o de que un animal individual puede «adaptarse» a su ambiente eligiendo hacerlo así. Esto no tienen nada que ver con el punto de vista científico de que los seres vivos se adaptan con el paso del tiempo a sus situaciones ambientales mediante la variabilidad genética y la selección natural.
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Votar los temas científicos
Pedir a los estudiantes que voten sobre una cuestión científica les da una idea equivocada de la naturaleza de la ciencia. Los científicos no votan sobre los problemas: debaten, discuten, argumentan y compiten; pero, al final, las respuestas a las cuestiones científicas se determinan por consenso basado en la inferencia derivada de las pruebas. La ciencia no es democrática.
Hacer que los estudiantes planteen hipótesis (adivinen) antes de saber nada
Las hipótesis se basan en los conocimientos previos. Por lo tanto, no tiene sentido un ejercicio que pida a los estudiantes que adivinen el resultado de una investigación o la respuesta a una pregunta sin que posean una información adecuada.
El debate del creacionsismo contra la evolución
Hay algunos temas sobre los que se debe animar a pensar a los jóvenes, pero que no son para debatir en la escuela. La evolución y el aborto son dos ejemplos patentes. Las personas jóvenes tienen poca experiencia en tales temas y tienden a asumir la posición que tomen los adultos más influyentes en sus vidas. El papel de los profesores es proporcionarles información y oportunidades para que construyan a una comprensión conceptual, y un clima de enfrentamiento no fomenta la distancia necesaria para tener perspectiva a la hora de revisar la información. Hay que educar, no debatir.
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