La reunión de los primos evolutivos:
las truchas «cabeza de acero» y las arco iris

Las truchas «cabeza de acero» o steelhead (Oncorhynchus mykiss) heredaron de sus antepasados una vida compleja. Las truchas abandonan de pequeñas los arroyos en los que nacieron y nadan, en ocasiones cientos de kilómetros, hasta alcanzar el océano donde se alimentan (o sirven de alimento) durante varios años. Cuando sienten el impulso de reproducirse, los peces maduros se dirigen a las zonas de desove donde nacieron. Pero en este momento de la historia, muchas de estas truchas van de cabeza —en sentido literal y figurado— hacia un difícil reto: una presa.

En la Bahía de San Francisco, por ejemplo, las presas y las medidas para el control de inundaciones han excluido a las truchas cabeza de acero de las zonas altas del río Alameda Creek durante casi 50 años. Existe un proyecto para restaurar la trucha cabeza de acero a su recorrido originario a lo largo de este arroyo; se planea construir una autopista para peces para sortear estos obstáculos y hacer que aumente el tamaño poblacional de los parientes de los que la trucha cabeza de acero se había separado hace mucho tiempo: la trucha arco iris.

La evolución impuso dos estrategias vitales alternativas al linaje de la trucha cabeza de acero: emigrar al océano o permanecer en los arroyos de agua dulce sin emigrar; a los migradores se los conoce como truchas cabeza de acero y a los locales como truchas arco iris. Las truchas cabeza de acero nativas que quedaron atrapadas cuando se construyeron las presas del Alameda Creek en las décadas de 1950 y 1960 se convirtieron en truchas arco iris residentes, y sus descendientes todavía viven ahí.

Los biólogos prevén que, cuando las vías de comunicación para los peces entren en funcionamiento, la trucha cabeza de acero y la trucha arco iris nativa se reproducirán entre ellas, dado que comparten una reciente ascendencia común. Se espera que, una vez que se hayan reunido la trucha cabeza de acero y la trucha arco iris del Alameda Creek, el linaje se sustentará por sí solo y habrá peces que sean residentes permanentes y otros que se aventuren en el mar abierto y vuelvan para desovar.

 

 

 

 

 


Más información sobre la restauración de la trucha cabeza de acero en un artículo de febrero de 2002 del San Francisco Chronicle escrito por Rich DelVecchio.


 

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